LA MINISTRA DE SALUD, GRACIELA OCAÑA, SE MANTIENE A FLOTE PESE A TODO
Es una surfista en la tormenta", dijo un funcionario de este Gobierno, sumido en la interna que protagonizan Graciela Ocaña y Héctor Capaccioli, el presidente de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS).
La habilidad cuasi profesional de mantenerse a flote refiere, obviamente, a la ministra de Salud, aunque no le alcance para escaparle a esa especie de calvario en que se convirtió su relación con Capaccioli, a esta altura personalizado por muchos como "el Moreno de Ocaña".
Pero también es necesario leer los gestos de la Presidenta cuando designa al nuevo gerente general de la SSS, Diego García de García Vilas, que responde a la ministra, al tiempo que reconfirma al propio Capaccioli como número uno del organismo. Su renuncia fue rechazada cada vez que la presentó, contra los rumores de partida de Ocaña, que flotaron como pólvora en el aire.
Para ella, la semana será corta pero agitada: los principales organismos nacionales del área iniciarán medidas de fuerza, con paros por 48 horas en respuesta a lo que definen como un sistema de salud colapsado.
El ministerio maneja un presupuesto deslucido, pero no es menos cierto que desde que asumió, el 10 de diciembre último, su titular nunca logró despegar de las internas; algunas reales y otras tantas contra fantasmas que cree ver.
La presencia de algunos equipos heredados de su antecesor, Ginés González García, la sumió durante algún tiempo en asperezas que podrían haber sido evitables, y lo que algunos consideran como una profunda desconfianza por los que la rodean suele entramparla en los vericuetos de la gestión.
Más allá de los respaldos presidenciales, no pocos se preguntan por el futuro de Ocaña. Una alta fuente del Gobierno respondió enigmático que "hay que esperar al 10 de diciembre", fecha en que podrían producirse algunos cambios en el gabinete.
Desde que reemplazó a Alberto Fernández, la mirada de Sergio Massa suele recaer en el funcionamiento del ministerio y, sobre todo, en los movimientos de su titular.
Otros creen que a Graciela Ocaña la sostiene no sin dificultad Néstor Kirchner, quien durante su gestión supo exhibirla como una especie de trofeo. Una joya arrancada del corazón del ARI. No fueron casuales los dichos, recientes de Elisa Carrió cuando sugirió que la funcionaria "tendría un lugar" en un eventual gobierno suyo, si accediera a la Presidencia en 2011.
A Carrió le llegó el eco de los desvelos que padece su ex compañera de luchas, asfixiada por las internas, las acusaciones de Capaccioli por el nombramiento de Sebastián Forza, una de las tres víctimas de la masacre de General Rodríguez, como presidente del comité de acreedores del Hospital Francés.
Si en algún momento se evaluó una deserción de Ocaña, fue el propio Kirchner quien se encargó de desechar la idea. Fuentes cercanas al matrimonio confiaron que el Presidente no está dispuesto a aceptar la idea de que funcionarios de primera línea peguen el portazo, para dejar flotando la sensación de un Gobierno sospechado de corrupción. Mucho menos cuando ese funcionario presenta un halo de integridad que ya dio sus frutos en el PAMI.
De todos modos, a nadie le es ajena la relación fluida que Kirchner mantiene con el superintendente de Salud, y a 1a hora de acomodar las fichas en el tablero, esa reciprocidad pesa.
Hoy, la pregunta del millón es cómo piensa resolver la ministra la crisis de los organismos de salud dependientes de Nación y que esta semana atravesarán la séptima medida de fuerza en reclamo de un aumento salarial, desprecarización laboral, cumplimiento con la paritaria sectorial, jubilación del 82 % móvil y efectivización de la carrera sanitaria, un pedido del sector, con años de inmovilidad.
Los médicos y profesionales de la salud del Hospital Posadas, nucleados en la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires (Cicop-CTA) junto con los profesionales del Instituto Malbrán y los institutos nacionales iniciarán este miércoles un paro de 48 horas. El vicepresidente de la Asociación, Luis Lichtenstein, explicó a este diario la urgencia de tomar "medidas de acción. En el Hospital Posadas tenemos una guardia sobrecargada, 6 profesionales que deben ser pasados a planta permanente. Se está atendiendo una demanda de tres millones de personas, y los problemas se acrecientan por el deterioro".
Lichtenstein lamentó el exilio de profesionales de los hospitales del Estado a la actividad privada. "En definitiva, el Estado termina formando personal para las instituciones privadas. A esto hay que sumarle la inexistencia de una red sanitaria de coordinación de sectores:'
Aun los afines a la gestión Ocaña no encuentran explicación lógica al hecho de que el ministerio no pueda apagar los frentes de incendio, cuando presenta capacidad suficiente para sostener una veintena de programas sanitarios y el ambicioso Plan Nacional Argentina Saludable, de prevención de enfermedades crónicas no transmisibles. Ese desdoblamiento desencaja a propios y extraños.
Flavio Vergara, delegado de ATE del Instituto Malbrán, sostuvo que "hace años peleamos por la carrera profesional de salud, creada en 1991, pero nunca avanzamos. Pareciera que la ministra está ocupada confrontando con otros. No nos atiende".
Vergara no encontró mayores explicaciones a la situación, "sobre todo porque Ocaña está de acuerdo con la carrera sanitaria y los escalafones para profesionales. Ya lo hizo en PAMI, pero no avanza en esta discusión ni en la de los contratados que esperan pase a planta".
El escándalo estalló en medio del triple crimen de General Rodríguez, cuando quedó al descubierto que apenas unos 11 inspectores del Instituto Nacional de Medicamentos, el organismo encargado del control de los fármacos, se encargan de fiscalizar los laboratorios de todo el país. Pese a que es un área de alta responsabilidad, el personal permanece contratado.
En la misma situación se encuentran la directora del Centro de Control Biológico del Malbrán, el jefe de Servicio de Control de Vacunas Microbianas y Virales, la directora del Instituto de Enfermedades Respiratorias, el responsable del área de control de enfermedades de transmisión sexual y el de Antibiograma,
"Para atender con dignidad, debemos trabajar con dignidad", concluyó una vocera del Iname. Graciela Ocaña no hace oídos sordos a lo reclamado. Son objetivos férreos diseñar programas similares a los que propone el Banco Mundial, mejorar las estadísticas sanitarias y modernizar la salud.
Sólo le piden que no maneje las políticas públicas tapando el sol con las manos.
Por Roxana Sandá
Publicado por Miradas al Sur| 12-10-2008