El lockout es un movimiento en el tablero para reposicionarse ante la seguridad de que el Gobierno argentino y todos los de la región sudamericana consoliden un modelo común de sociedad más igualitaria.
Los patrones del campo volvieron a la guerra contra el Gobierno nacional y contra buena parte de la sociedad que busca vivir, trabajar y crecer en paz.
En sentido contrario, los ciudadanos observan sorprendidos y fastidiados, sin poder comprender lo intempestivo de la nueva medida de fuerza patronal.
Intentaremos una aproximación de los motivos que llevaron a la Mesa de Enlace a decidir la nueva fase del lockout.
Hagamos un poquito de historia para entender el contexto.
El llamado “partido militar”, autoritario y golpista, existió en la Argentina mientras el peronismo estuvo proscripto y la democracia, inexistente o degradada.
Por atrás de ellos operaba un verdadero partido de cuadros de la élite rural, exportadora y transnacional, que bajaba línea política y económica a quienes detentaban la responsabilidad de la administración del Estado.
Eran el verdadero poder detrás del trono. Desde la Sociedad Rural, principalmente, condujeron los gabinetes de todas las dictaduras.
Restaurada la democracia en 1983, se dedicaron a repudiar al presidente Alfonsín en público pero perdiendo capacidad para operar en los cuarteles.
Con Menem abrazando a Martínez de Hoz, el sector se recompone fuertemente con la introducción de la soja transgénica, glifosato y Monsanto mediante.
Reconvirtieron la producción tradicional en función de los excelentes beneficios económicos del cultivo de soja transgénica, actuando el gobierno menemista a manera de portavoz mediático del sector, difundiendo “sus beneficios alimentarios”.
Falso: la soja transgénica es para alimentar ganado y cerdos asiáticos y no para saciar el hambre de los hambrientos. Y el glifosato es para matar todo lo que no sea soja, incluso a nuestros campesinos y sus desamparados hijos y familias. ¿O no lo saben Buzzi y De Angeli? El gobierno de Néstor Kirchner primero y el de Cristina Fernández después, inician una política de reconstrucción del Estado, acumulación de riqueza nacional y redistribución del ingreso y esas medidas fueron poniendo un límite al crecimiento desmesurado de estos sectores, mucho más cuando se les puso una mano encima para retener la renta extraordinaria que pertenece a todos los argentinos. Agotada la época del “partido militar”, el partido del campo se quedó sin representación a la hora de defender sus intereses económicos; además, la oposición no logra hacer pie y continúa su diáspora en una verdadera feria de vanidades entre los distintos referentes, desde la izquierda marginal, verborrágica y absolutamente minoritaria hasta la derecha disputada por los radicales de Gerardo Morales, Cobos, Carrió y Macri principalmente. En conclusión, esta oligarquía rural y sus nuevos socios arrendatarios y sojeros de la Federación Agraria ya no tienen partido orgánico que los represente y por lo tanto deben ser ellos mismos los que salgan al terreno directo de la confrontación para hacer política. Sus reivindicaciones son políticas. Lo dicen ellos mismos: “Vamos a seguir peleando por otro modelo de país, sin los Kirchner, porque ellos son un tapón para el desarrollo, queremos cambiar funcionarios y decidir la política”. ¿Sabrán estos señores que tenemos democracia para elegir? El Gobierno prioriza los intereses del conjunto de la sociedad y por eso seguramente insistirá con la búsqueda de consenso pero defendiendo el mandato popular y la obligación de gobernar para todos. Llamará a dialogar, seguirán las líneas de crédito bancario para pequeños y medianos, se respetarán los casi $500 millones previstos en el Presupuesto 2009 para las economías regionales y para la Subsecretaría de Agricultura familiar, el ONCCA seguirá convocando a foros aunque la Mesa de Enlace no se presente, etcétera. Lo que no puede hacer el gobierno democrático es imponer la resolución 125 y sus modificatorias porque fue volteada en el camino que va de Rosario y Palermo hasta el Senado de la Nación con ese voto tan festejado por la oposición política y los saltitos de Buzzi y sus amigos en el Monumento a los Españoles. ¿Ahora reclaman las menores retenciones a los pequeños productores y el no pago de fletes de acuerdo con la mayor distancia del puerto? Es lo que ellos voltearon en julio pasado. Entonces ¿es político o no el motivo de este nuevo lockout? Sigamos: ¿no le llama la atención al lector la coincidencia entre este paro rural y la amenaza de nuevos conflictos de sus amigos sojeros de Bolivia? ¿No es extraño que cuando el caos financiero mundial nos impulsa al instinto de abrazarnos a pesar de las diferencias internas legítimas en cada una de nuestras naciones, Biolcati, Buzzi y De Angeli anuncian más vientos de guerra con estas actitudes antidemocráticas? Al amor quizá le cueste globalizarse pero el odio siempre lo estuvo. Apuran el conflicto porque el colapso en los EE.UU. amenaza con barrer los paradigmas de un mundo que se cae y pierden los sectores que reinan en tanto reine el egoísmo y la ganancia a cualquier precio. Toda la región está sometida a dos poderosas fuerzas en contrario: una empuja para profundizar nuestra autonomía, nuestro crecimiento con inclusión social y la redistribución de riquezas, y otra fuerza empuja para que con el caos retrocedamos a la prehistoria neoliberal, allí donde los dinosaurios del hemisferio Norte nos comen vivos con el endeudamiento externo y califican el país en tanto cumplamos a rajatabla con el rol de exportadores de materia prima, de bajo consumo interno y nulo ahorro nacional. Es la pintura descarnada de lo que acontece en estos días. El lockout es un movimiento en el tablero para reposicionarse ante la seguridad de que el Gobierno argentino y todos los de la región sudamericana consoliden un modelo común de sociedad más igualitaria. En este modelo entramos todos, pero claro, sin la desigualdad que proponen los que hoy van por retención cero, provocando nuevamente el desabastecimiento, cortes de ruta y aumentos de precios. Eso es lo que está en juego y por eso vuelven a salir de sus madrigueras. Nadie tiene ya el derecho a la inocencia; tenemos sí el deber de cuidar lo que conseguimos con tanto esfuerzo en estos últimos cinco años. No podemos equivocarnos tanto. Por Jorge Giles
Publicado en ElArgentino.com|3/10/08